2º Grado Lectura para la realización de la UCA
Aclaración: La lectura completa con todas las imagenes, está en classroom, también ahí la puedes consultar
La Vida cotidiana en la Nueva España
Recrea en tu imaginación lo que lees:
Las modas entre las castas, de Julieta Pérez Monroy
Los españoles peninsulares y americanos que pertenecían a los estratos más altos, según se sabe, eran los principales seguidores de las modas francesas […]
Entre los mestizos y demás grupos formados por mezclas raciales resulta interesante la pluralidad en la indumentaria.
Había un traje que predominaba, compuesto por camisa blanca plisada, amplio puño de encaje u olán, corpiño ceñido, aunque frecuentemente con las cintas desatadas y semiabierto, por lo cual dicha prenda formaba una especie de chaleco en una época en que éste aún no se ponía de moda entre las élites.
La saya o enagua era de diversos colores y amplia, seguramente por el uso de diversas sayas interiores y no por ahuecadores, salvo en días festivos o entre las mestizas de familias pudientes.
Era la mujer de grupos mezclados quien lucía con más garbo el rebozo, generalmente listado (con rayas) sobre fondo blanco y una gran variedad de motivos decorativos. […]
La pierna casi siempre lucía desnuda y la zapatilla era de tacón de distintos colores.
En los varones mestizos o de castas, también predominaba la diversidad; desde los que usaban trajes a la francesa hasta los que andaban semidesnudos.
Pero, por lo general, el atuendo era menos formal que entre los elegantes.
Pocas veces vestían chupa, de modo que sobre la camisa se colocaban la chaqueta o la casaca. En lugar de chupa, muchos se ponían una especie de sayo o jubón (que cubría de los hombros a la cintura) […]
En los indígenas se apreciaban variaciones de acuerdo con sus condiciones.
Las mujeres, por lo general, portaban huipil, con una gran variedad de diseños y bordados.
Había una variante del huipil tradicional: una pieza transparente que se ponía sobre la camisa, en color blanco, bordada o con cintas de colores, posiblemente de gasa o de encaje, que no tuvo antecedentes en el mundo prehispánico. Se acompañaba con una amplia basquiña.
La elegancia y delicadeza de este huipil y la basquiña con ahuecador permite suponer que este atavío lo lucían solamente indígenas pertenecientes a un alto rango social.
Sin embargo, el huipil común se combinaba con el enredo, tipo de falda pegada hasta el tobillo o la espinilla, de origen prehispánico.
Otra prenda indígena tradicional que sobrevivió fue el quexquemitl, formado por dos piezas unidas caídas en forma triangular sobre el pecho y la espalda.
Por otra parte, era frecuente en las mujeres indígenas el uso de ayates, que data de la época prehispánica, para cargar objetos o niños en la espalda.
El indígena de las ciudades acostumbraba como prenda superior el xicolli prehispánico, parecido al sayo, pero también llegaba a usar camisa. Y encima una tilma, especie de capa que en la época prehispánica era sólo para gente de alto rango, pero que durante el virreinato se popularizó.
Asimismo, como el mestizo, el indígena se cubría con manga o jorongo, e incluso con capa española, aunque en los sectores humildes lucía raída. La mayoría de los indígenas cambió el taparrabos por los calzones, al igual que las mujeres, iban descalzos y unos cuantos con huaraches o zapatos.
¿Qué interesante, no creen? Con la lectura has podido conocer cómo vestían los habitantes de la Nueva España y la influencia de la moda francesa en su indumentaria.
¿Comprendiste que la forma de vestir de las personas en la Nueva España estaba relacionada con el rango social al que pertenecían?
¿Crees que eso sigue siendo así en estos días?
Reflexiona en ello y no dejes de “leer para conocer”.
Para profundizar considera las siguientes preguntas: ¿Cuál era la forma de vestir de los habitantes de la Nueva España? ¿Qué reflejaba la indumentaria de los grupos sociales? ¿Cuáles eran sus costumbres en alimentación? ¿Qué cambios y permanencias identifican en la actualidad?
Con la llegada de la dinastía de los Borbones a España, la influencia francesa se introdujo en la cultura; incluida la vestimenta, la cual poco después llegó a la Nueva España.
La clase alta compraba telas y accesorios de moda en el mercado del Parián, que se ubicaba en el actual zócalo de la Ciudad de México: vestidos bordados de oro, de plata, encajes, sedas, botonaduras, alhajas, cigarreras.
La clase baja adquiría su vestimenta en el mercado del Baratillo, donde compraba prendas usadas o robadas, telas y accesorios a bajo costo, creando atuendos similares a los de Francia, España y Oriente.
Conoce de cerca la vestimenta de los habitantes novohispanos. A continuación, en las siguientes pinturas, observa la forma de vestir de las y los españoles, fíjate en los colores, los peinados y los accesorios que portan.
¿Qué observas en el vestuario y estilo de los españoles?
Sigue observando las siguientes pinturas, de las castas de la Nueva España. Pongan atención en la forma de vestir de las mujeres indígenas, los accesorios que portan y la ropa que las distingue. ¿Qué coincidencias y diferencias hay en su vestuario?
En el 2015 se presentó en la Ciudad de México la exposición Hilos de Historia: Colección de Indumentaria del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec.
En esta exposición, que reunió una selección de prendas de vestir de distintas épocas y respecto a las que corresponden al Virreinato de la Nueva España, la historiadora del arte María del Carmen Arechavala señala que: “En el siglo XVIII, las mujeres mostraban sin pudor casi todo el busto, y, era socialmente aceptado, pero nadie enseñaba los pies y menos las piernas. […] A las mujeres de la Nueva España se les entrenaba desde muy temprana edad para usar el corsé, aunque en ocasiones tal ceñidor les provocaba fracturas en la caja torácica. Cuando eran adultas, sus embarazos no se lograban por lo ajustado de las prendas, lo que no ocurría con las señoras del pueblo, que procreaban gran número de hijos porque no fajaban su cuerpo”.
Continúa la historiadora: “La estética virreinal también impulsaba a las mujeres a calzar zapatos pequeños, pero a costa de verse casi imposibilitadas para caminar. También usaban guantes de dos tallas menos, con el propósito de que les entraran los anillos y brazaletes, símbolos de estatus.
En la capital virreinal, las mujeres mestizas adecuaron el vestir europeo en blusas lisas y faldas estampadas, como se aprecia en los siguientes biombos.
Observa las faldas estampadas que no se conocían en Europa, pero se popularizaron en Nueva España y las usaban las mujeres de todas las clases.
Los hombres también adquirieron las tendencias europeas en el vestir con sus trajes de tres piezas (chaqueta, chaleco y pantalón), ya que tan importante era ser noble como parecerlo.
Los españoles peninsulares y criollos privilegiados siguieron el modo de vestir europeo, importando las prendas o adquiriendo las producidas en la Nueva España en los talleres gremiales o de manera independiente en los domicilios.
El atuendo masculino del último tercio del siglo XVIII constaba de casaca decorada a base de galones tejidos con hilos de seda o plata o con llamativos bordados, pantalón –entonces denominado calzón–, chaleco bordado, camisa blanca, chorrera, puños con volantes y medias de seda.
En la siguiente imagen observa cómo portaban estos atuendos.
En la primera pintura observas a José Velázquez de Lorea, coronel de los reales ejércitos y alguacil mayor del Santo Oficio. Viste casaca militar color azul oscuro y jubón rojo con botonadura dorada, camisa de cuello alto y puños de encaje y pantaloncillo obscuro.
En la segunda pintura aparece Don Manuel, ministro contador de la real hacienda de Puebla, usando casaca larga negra con bordados de hilo de oro y pantaloncillo rojo.
Notan que porta peluca blanca con rolos blancos recogidos por un moño negro, este accesorio se fabricaba con cabello natural, crin de caballo y lana de cordero y era signo de estatus y elegancia.
En cuanto a las casacas que muestran ambas personalidades, esta prenda militar fue utilizada durante el siglo XVII, y con la llegada de la dinastía Borbón formó parte obligada del traje civil.
La vestimenta en la Nueva España fue diversa y variada, tal y como se muestra en la siguiente pintura, donde aparece el Niño Juan Crisóstomo con un traje de seda con hilo de oro y plata, jubón, camisa con cuello de organza plisado y banda rosada.
¿Qué diferencias de vestir aprecian entre los niños del virreinato y los de la actualidad?
En la Nueva España los niños vestían como adultos pequeños. El pensamiento ilustrado señala que las fajas que sujetaban a los niños desde que nacían perjudicaban la circulación, obstaculizaban el crecimiento y el fortalecimiento del cuerpo.
Ahora que conociste que por medio de la vestimenta los novohispanos mostraban su estrato económico, observa qué pasaba en torno a la comida.
Como se mencionó al principio de la sesión, otro de los aspectos en donde se expresa el mestizaje cultural es en la alimentación de la población de la Nueva España.
Comida.
Comúnmente, los hábitos alimentarios no estaban necesariamente relacionados con la procedencia étnica de las personas sino con los costos de los alimentos y la capacidad adquisitiva para obtenerlos.
En las ciudades, era común que el consumo de alimentos siguiera este orden: a las cinco de la mañana tomaban una taza de chocolate o atole con pan dulce.
En el almuerzo degustaban un guiso de carne de res, pollo o puerco y un plato de frijoles, acompañado de un buen vaso de pulque.
A la hora de la comida, consumían una sopa o un caldo de gallina con limón seguido por una porción de arroz o fideos, después el plato principal, que consistía en un guiso de carne y, para terminar, el postre, que consistía en una fruta.
Transcurrido el día, mientras que en Europa a las seis de la tarde tomaban un té, en la Nueva España se consumía un chocolate caliente acompañado de un pan dulce.
Finalmente, para la cena comían un plato fuerte acompañado de frijoles.
Se sabe que, ante algunos excesos, la Iglesia invitaba a los habitantes a moderar el comer y el beber, evitando el pecado de la gula.
En contraste, las familias campesinas consumían principalmente maíz, frijol, chile, verduras, vegetales o frutas que cultivaban u obtenían de los campos, manteca y pocas cantidades de carne. Ocasionalmente bebían chocolate, tamales y pan.
El chocolate era una bebida consumida habitualmente por casi toda la población novohispana, había quienes lo tomaban varias veces al día, pero variaba el modo de prepararlo. La base de la bebida era el cacao, lo mezclaban con azahar, azúcar, almendra, achiote, chile o anís. Los grupos más desfavorecidos lo mezclaban con maíz para darle mayor rendimiento.
El chocolate era acompañado con una buena pieza de pan, puedes identificar distintos tipos, el más caro y apreciado fue el pan blanco, hecho con harina blanca y refinada, era esponjado y ligero.
El más barato y consumido por los sectores menos privilegiados era el de salvado, harina sin cernir (integral) o restos de otros granos, un pan pesado, llamado pan bajo o “pambazo”.
En la cotidianeidad colonial era común observar en las plazas y bajo los portales puestos de atole, chocolate, pulque, tamales, aguas frescas, aunque no lo creas muchas personas comían en la calle, tal y como puede apreciar en la siguiente pintura titulada: “La vendedora de buñuelos” o en la pintura “vendedoras de horchata” de la mediateca del INAH.
¿Te parece familiar la existencia de estos puestos?
Algo que en la actualidad se recomienda consumir con moderación son los ricos postres, pues deben saber que en la Nueva España la repostería era la especialidad de las monjas, puesto que pasaban horas fabricando dulces, buñuelos, bizcochos, mazapanes y ates.
Se dice que como no tenían reloj para medir los tiempos de preparación, cuando tenían que batir los huevos debían hacerlo durante dos padrenuestros o tres avemarías, dependiendo de la consistencia que se necesitara.
En las siguientes pinturas observa la presencia de una o varias mujeres echando tortillas, esto era común en las casas de los españoles peninsulares o criollos.
Ahora observa la siguiente pintura: ¿Reconoces alguno de los alimentos que se presentan? ¿Los han comido?
Los frutos que observaste en la imagen son frutas cristalizadas, destacan productos como membrillos, cítricos, duraznos, peras, ciruelas que se comían cubiertas de azúcar, en dulces y mermeladas.
En la Nueva España durante una festividad en honor a algún santo o virgen, o cualquier otro tipo de celebración, los sectores privilegiados organizaban banquetes con platillos diversos y abundantes como carnero, pecho de ternera, pichones, pollos, guajolotes, lomo de puerco, verduras, frutas, panes, vino y chocolate.
Para la gente común: artesanos, trabajadores, criados, no faltaban los puestos de comida y el pulque. Las autoridades se quejaban a menudo de que esas fiestas acababan en riñas y asesinatos por la falta de moderación en la bebida.
Recuerda las preguntas guía con las que iniciaste el estudio de este tema, al dar respuesta podrás concluir que la forma de vestir y de comer en los habitantes de la Nueva España era muy diversa y respondía al grupo social al que pertenecían las personas.
A continuación, lee un fragmento de La sociedad de la representación (La ciudad de México en la segunda mitad del siglo XVIII), escrito por Eloísa Uribe.
Te sugerimos tomar nota de los aspectos que consideres relevantes.
“Todo era entrar en la ciudad y empezar a recorrerla. Españoles, indios, mestizos, negros y mulatos, ricos y pobres, “circulaban por las calles de la ciudad entre grandiosos conventos e iglesias, imponentes edificios gubernamentales, suntuosos palacios y modestas ... vecindades ... A la muchedumbre plebeya de peatones, se sumaban la élite a caballo o en finos carruajes y los numerosos carros que transportaban alimentos y materiales de construcción... los aguadores llevaban el agua de las fuentes públicas a las casas... los artesanos, carpinteros, pintores... obligados por la estrechez de sus locales se veían obligados a trabajar también [en las calles]".
A la Plaza Mayor se llegaba siguiendo el aumento de una algarabía multicolor, por calles mal empedradas y lodosas, transitadas sin cesar por vendedores ambulantes que anunciaban a gritos sus mercancías. Léperos, limosneros, mutilados y ciegos deambulaban sin reposo por la ciudad.
Al llegar a la gran plaza enseguida podía verse que había sido remozada y llamaba la atención la monumentalidad de la Catedral en contraste con la Iglesia del Sagrario, joyel de lenguaje abigarrado, rico en imágenes y adornos".
La Plaza Mayor estaba siempre abarrotada de puestos, algunos totalmente descubiertos, otros bajo los portales, que vendían dulces, juguetes, sarapes, rebozos, sombreros, flores naturales y de papel, ropa, limas, navajas, martillos, machetes y todo tipo de objetos viejos, a menudo robados. ... Bajo el portal de las Flores, los escribanos públicos redactaban cartas o peticiones de licencias. […]”:
Con base en la lectura, reflexiona acerca de las siguientes interrogantes:
¿Qué elementos descritos en el texto consideras que siguen estando presentes en el lugar que habitas?
¿Qué ha cambiado?
Para entrar en materia al análisis, observa las siguientes imágenes e intenta responder a las preguntas.
¿Qué lugar es?
¿Qué construcciones puedes identificar?
¿Qué ha cambiado?
¿Qué ha permanecido?
¿Qué lugar es?
¿Qué actividades realizan las personas?
¿A qué grupo social crees que pertenezcan las personas? ¿por qué?
¿Cómo están vestidas?
¿Qué actividad realizan?
¿Cómo es su vestimenta?
Debes recordar que en la sesión anterior se habló de la vida cotidiana en la Nueva España. Particularmente respecto al vestido y la comida, observaste que, por ejemplo, la vestimenta de las personas mostraban las diferencias entre los grupos sociales.
Conocerás cómo transcurría la vida en los espacios públicos, como plazas, mercados, fiestas o paseos.
La asistencia a lugares públicos de reunión, como jardines, iglesias y las propias calles en ocasión de las procesiones, permitió pasear, ante la mirada de la sociedad, el lenguaje simbólico de la deslumbrante vestimenta, de la joyería, de los carruajes y hasta de la posesión de hermosos caballos.
En aquellos paseos, cada miembro de la sociedad podía mostrar la riqueza que tenía, sin importar el volumen del monto.
Únicamente los desheredados eran mal vistos en los lugares públicos, es decir, aquellos grupos, cuya condición social se iba degradando de acuerdo al grupo de pertenencia, como, mestizos, indígenas, africanos y castas.
Estudiar la vida cotidiana es mucho más complejo de lo que puede parecer a simple vista. Aunque seguramente entiendes qué es lo cotidiano, es decir, todo lo que vives día a día, la cuestión es comprender que todas estas prácticas que podrían parecerte “rutinarias”, están influenciadas por un contexto personal inmerso dentro de un contexto en común, es decir, la sociedad. Las creencias, prácticas, tradiciones, y valores, se incluyen en el estudio de lo cotidiano porque permiten acercarte a la psique individual y colectiva a través de la cual puedes entender y explicar los hechos históricos, el pasado y el presente.
Al mencionar psique se refiere a lo que pensaba el individuo y por lo tanto la sociedad. Ya entendiendo la idea sobre lo que significa vida cotidiana, ¿cómo iniciaba un día normal en la Nueva España durante el siglo XVIII?
Tratar de pintar un cuadro general de la Nueva España en su día a día resulta una tarea complicada, gracias al abanico multicultural que la componía. Indios, españoles, castas, el clero, los seculares, los aristócratas, la gente de a pie, artesanos, mineros, peones, etcétera, tenían realidades diferentes acordes a su estatus, actividades económicas y ubicación geográfica que determinaban su cotidianeidad.
Sin embargo, lo que todos tenían en común era el fervor religioso, conformando una nación católica bajo la protección del Estado español. De este modo, la vida diaria de la Nueva España giraba, principalmente, en torno a las celebraciones religiosas: fiestas patronales procesiones, autos de fe, misas, matrimonios, sepelios, y demás, seguían fervorosamente el calendario litúrgico. Muy probablemente, el inicio del día a día iba acompañado de alguna plegaria para pedir la protección divina, encomendando su vida al santo de su preferencia, mientras se prendía el carbón y la madera para hacer la comida del día.
Seguramente recuerdas la relevancia e influencia de la iglesia católica en la sociedad de la Nueva España. Hablando de celebraciones, ¿cuáles eran las fiestas más importantes para la población novohispana?
Entre las principales celebraciones que tuvieron lugar en el virreinato se encuentran las de Pascua, Cuaresma, Corpus Christi, Santa Cruz, Navidad, Epifanía y las que estaban dedicadas a los patronos de cada lugar. En estas últimas, la población de cada ciudad, villa, pueblo, parroquia, cofradía u orden religiosa dedicaba varios días a enaltecer a su santo o patrono; tenían lugar procesiones y actos multicolor propios del barroco que caracterizó a la Nueva España durante casi tres siglos.
En dichas fiestas, que reunían a un número considerable de personas, se hacían procesiones en las que se daban cita niños, mujeres y hombres; había música, baile, danza, comida, bebida, fuegos pirotécnicos, uso de disfraces, entre otros eventos que se habían planeado y preparado a lo largo de un año, con todo lujo de detalle y gran dedicación. ¿Te imaginas la amplitud de dichas celebraciones en aquella época?
La diversificación en la economía se reflejó en las distintas regiones del virreinato. El comercio se daba a varias escalas. En el caso de los mercados, los cuales formaban parte de la vida cotidiana de la sociedad novohispana, lo mismo los había grandes como de dimensiones menores, la gente podía encontrar fácilmente lo que buscaba gracias a su disposición por tipo de producto o mercancía.
Se podían comprar alimentos frescos, pescados -traídos de lagunas próximas al sitio de venta; carne de res, de pollo, de cerdo, etcétera; así como frutas y verduras de temporada, entre otros bienes. Si bien existía una jerarquía entre los tenderos y los dueños o encargados de los puestos en función de la calidad de sus mercancías o posición económica (“cajoneros”, “alaceneros”, vendedores “al viento” o puesteros “arrimados”), así como de los clientes, no obstante, era una realidad el encuentro, las relaciones comerciales y el intercambio de productos entre las diferentes clases sociales de aquellos días.
A sabiendas de que hoy en día existen distintas formas de ocupar el tiempo libre, como ir a correr, escuchar música, leer, jugar videojuegos, etcétera. ¿Qué actividades realizaban las personas en su tiempo libre?
Para la población novohispana todo giraba en torno a la religión católica. Las personas tenían en sus casas un sitio especial para rezar; acto que llevaban a cabo de manera cotidiana, fuesen ricos o pobres. Esperaban gustosos las fiestas con motivos religiosos: bautismos, comuniones, casamientos, etc.
En las fiestas patronales y religiosas en general, la muchedumbre disfrutaba de los danzantes, la música y, por supuesto, de los “cohetes, buscapiés y castillos pirotécnicos”. Había concursos de poesía que se celebraban en el marco de fiestas y ceremonias religiosas en las que casi siempre participaban miembros de la Iglesia.
También se pueden mencionar las funciones de teatro, presentación de títeres, escaramuzas, corridas de toros y de caballos. Todos estos actos sociales eran una especie de válvula de escape para sobrellevar la cotidianidad.
¿En qué espacios públicos convivía toda la población?, ¿había espacios exclusivos para determinados grupos sociales?
Generalmente era durante algún tipo de festividad cuando toda la población se congregaba participando de ellas desde distintos papeles. Especialmente en los eventos de entretenimiento como bailes, los llamados “gallos”, los toros o el teatro a los que asistían trabajadores de todo tipo e incluso gente de la élite, ya que cualquiera que pudiera pagar su acceso podía asistir.
En cuanto a los espacios exclusivos, sí los había, generalmente estos espacios estaban ubicados según la distribución de las clases sociales en la ciudad, por ejemplo: los lugares en donde se concentraba la mayor cantidad de población indígena o de miembros de castas eran, generalmente, en los que se encontraban las pulquerías o mercados, espacios en donde regularmente se reunían los miembros de la clase baja, mientras que entre las élites era popular organizar tertulias en sus casas.
En cuanto a las relaciones afectivas, ¿qué particularidades había, por ejemplo, en el noviazgo?
En los tiempos de la Nueva España, donde la religión y la moral gobernaban la vida diaria, las relaciones sentimentales estaban regidas por un ideal cristiano y era percibido como la puerta a un compromiso futuro, es decir, idealmente se esperaba que la pareja llegara al matrimonio.
Para los que tenían suerte de poder elegir con cierta libertad a sus parejas, la Iglesia enseñaba a sus feligreses el modelo de Santo Tomás de Aquino, en el que se describía detalladamente la evolución del amor, desde que se percibía la bondad en la persona amada hasta que los amantes se aventuraban en la arriesgada travesía sentimental. De la mano también venían cualidades como la castidad, la pureza y la fidelidad que complementaban la idealización de la pareja según el modelo tomista, que además entendía al amor como la obra humana por excelencia.
Los desamores también fueron comunes, muchas veces a consecuencia de la influencia familiar, o bien, gracias a que se prefería buscar una estabilidad mayor a la que la pareja en cuestión podía ofrecer. Sin embargo, la mayoría de los noviazgos solían terminar en el matrimonio, salvo los casos de amancebamiento, es decir, lo que hoy llamamos «unión libre» que también fue perseguido y castigado por las autoridades seculares y eclesiásticas.
¿Había trato diferenciado para las mujeres a partir de su estado civil?
La mujer casada quedaba bajo la autoridad del esposo en el espacio doméstico, lo mismo que los hijos. La soltera estaba bajo la tutela del paterfamilias y limitada en sus posibilidades de sostenerse económicamente. La viuda podía alcanzar alguna independencia en la medida en que tuviera los medios para subsistir. En todo caso, el rango y la calidad social de hombres y mujeres eran factores muy importantes, pues su pertenencia a cierto grupo limitaba o protegía su accionar.
Entonces… ¿Cuál era el papel de la mujer en la sociedad novohispana?, ¿había limitantes?
Las limitantes existían en tanto que había una división por género de prácticas económicas, políticas, sociales y culturales. El ámbito político y de la administración pública no eran espacios para las mujeres, por más que ejercieran alguna influencia e incluso, a decir de Josefina Muriel, “las indias cacicas fueron reconocidas tanto por los indígenas como por los españoles en todos sus títulos y privilegios, con iguales prerrogativas que los varones; socialmente, se les equiparó con la nobleza de los hijosdalgo, pero no con la alta nobleza española”, algo que hoy día no es equiparable, como tampoco lo es la protección que se dispensó a la mujer indígena mediante las Leyes de Indias, “las cuales impidieron que fuesen marcadas con hierro candente, que los españoles abusaran de ellas llevándolas a sus expediciones o haciendo servir en sus casas a las jovencitas, sometiéndolas a trabajos forzados o exigiéndoles los mismos tributos que a los hombres, pues llegaron a eximirlas totalmente de ese tipo de contribuciones, prohibieron que hicieran trabajo rudo y exigieron, además, que a todas se les pagara un salario mínimo y que no pudieran ser esclavizadas ni aun en caso de rebeldía”. La mujer ocupaba un lugar y actuaba según su rango y calidad social.
Para concretar; menciona algunas costumbres novohispanas que se conservan en la actualidad.
De inicio el territorio novohispano era tan extenso y diverso como aún lo es el mexicano, con la diferencia que no hubo interés de la corona por uniformar sus prácticas socioculturales. La más contundente expresión de esto fue la vitalidad que mantuvieron las lenguas originarias.
Destaco esto dado que la lengua es el principal vehículo de conocimiento y de la cultura y, por lo mismo, cada pueblo, villa y ciudad se relacionó de manera específica con la cultura de los otros y éstos adoptaron las mismas prácticas locales a lo largo de tres siglos.
Por lo mismo, desde la comida hasta ciertas prácticas organizativas, integraron saberes locales y foráneos, y se mantienen y actualizan en pueblos y villas mexicanas: los moles del centro-sur, y la diversidad de la panadería son muestra fehaciente. La forma que integró el ayuntamiento las prácticas organizativas locales aún se mantiene, sin dejar de mencionar los sincréticos ritos católicos, incluida la fiesta de muertos. Sin duda, hay costumbres y tradiciones que aún se conservan.
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